Importancia de seleccionar adecuadamente los contenidos Declarativos, Procedimentales y Actitudinales
El saber el qué de algo (qué es alguna cosa) o conocimiento declarativo ha sido una de
las áreas de contenido más privilegiadas dentro de los currículos escolares de todos los
niveles educativos. Este tipo de saber es imprescindible en todas las asignaturas o
disciplinas, porque constituye el entramado fundamental sobre el que éstas se
estructuran.
Podemos definir el saber el qué de las cosas como aquella competencia referida al
conocimiento de datos, hechos, conceptos, leyes y principios. Se le denomina conocimiento declarativo, porque es un saber que se dice, que se declara o que se
conforma por medio del lenguaje. Es el entramado fundamental de los conocimientos de
todas las asignaturas.
Los conocimientos declarativos se dividen en factuales y conceptuales.
Dentro del conocimiento declarativo puede hacerse una importante distinción
taxonómica con claras consecuencias pedagógicas: el conocimiento factual y el
conocimiento conceptual (Coll, C. et al., 1994).
a)
Los conocimientos factuales: Son los que se refieren a datos, hechos, fechas,
cifras, acontecimientos, etapas históricas, lugares y capitales, nombre de autores,
vocabulario, signos convencionales, etc. Implica el manejo de la información literal, o sea,
lo que el estudiante debe saber; es una información verbal y que los estudiantes deben
aprender en forma literal o "al pie de la letra". Algunos ejemplos de este tipo de
conocimiento son los siguientes: el nombre de las capitales de los distintos países de
Sudamérica, la fórmula química del ácido sulfúrico, los nombres de las distintas etapas
históricas de nuestro país, los títulos de las novelas representativas de un país, etc.
Los conocimientos conceptuales: Son un conjunto de ideas, leyes, sistemas
conceptuales, principios generales, conceptos, explicaciones, axiomas, etc. que no tienen
que ser aprendidos en forma literal, sino abstrayendo su significado esencial o
identificando las características definitorias y las reglas que los componen. Son
considerados contenidos estáticos y su enunciado se expresa por medio de sustantivos.
Se aprenden asimilando y comprendiendo el significado profundo y la relación que tienen
con los conocimientos previos del estudiante. Son más complejos que los factuales.
Evaluación de aprendizajes declarativos:
a) Evaluación de los aprendizajes factuales
No admiten situaciones intermedias entre lo correcto y lo incorrecto.
Las actividades de aprendizaje y de evaluación son similares.
El tiempo entre la demostración que se sabe algo y su utilización debe ser breve.
Solo se deberá exigir memorización cuando el dato o hecho deban ser utilizados
con posteridad.
La evaluación solicita evocación memorística o reconocimiento.
Los instrumentos fundamentales que se emplean para evaluarlos son los reactivos
de apareamiento, de verdadero o falso, de opción múltiple y de completar, que recaban la
reproducción literal de la información, es decir, el contenido factual tiende a evaluarse con
pruebas objetivas con alto nivel de estructuración.
b) Evaluación de los aprendizajes conceptuales
No se evalúan sobre la base del “todo o nada” sino que son evaluados por aproximación,
a partir de indicadores. La comprensión de definiciones no se evalúa memorizando las
mismas sino a través de parafrasear, explicar o ejemplificar. El profesor también puede
valorar que el estudiante reconozca el significado de un concepto entre varios. Este
reconocimiento puede hacerse a través de una test de opción múltiple, para lo cual hay
que tener presente que este tipo de evaluación forma parte de las pruebas de
identificación o reconocimiento, que son aquellas en las cuales se dan pistas o
información al estudiante para que él tenga que elegir, relacionar u ordenar.
Contenidos Procedimentales
Implican el saber hacer o saber procedimental. Este conocimiento se refiere a la ejecución de procedimientos, estrategias, técnicas, habilidades, destrezas, métodos y procedimientos ordenados y orientados a la consecución de un fin; hacen referencia a la metodología utilizada y aprehendida para lograr la asimilación de determinados contenidos.
Podríamos decir que a diferencia del saber qué, que es de tipo declarativo y teórico, el
saber procedimental es de tipo práctico, porque está basado en la realización de varias
acciones u operaciones; es un saber cómo hacer.
El aprendizaje procedimental se expresa a través de un verbo de acción que indica
habilidades cognitivas y manuales. Se desarrollan por ejercitación y práctica, usando
estrategias para realizar acciones concretas en una cadena secuenciada y planificada.
Los principales recursos instruccionales empleados en un proceso de enseñanza
aprendizaje de tipo procedimental deben incluir (Coll, C., et al. 1994):
Repetición y ejercitación reflexiva.
Observación critica.
Imitación de modelos apropiados.
Retroalimentación oportuna, pertinente y profunda.
Establecimiento del sentido de las tareas y del proceso en su conjunto, mediante la evocación de conocimientos y experiencias previos.
Contenidos Actitudinales (valores y actitudes)
Un valor es una cualidad de los objetos, situaciones o personas que los hacen valiosos y ante los cuales los seres humanos no pueden permanecer indiferentes. Por esta razón la creencia sobre el valor de un objeto es independiente de la posición de la persona. Los valores son más estables y cuando se perciben nos conmueven emocionalmente. Su componente principal es el afectivo, aunque también posee el cognitivo y el comportamental.
Una actitud es una predisposición estable para actuar con relación a un objeto o sector de la realidad. Podemos definir las actitudes como tendencias o disposiciones adquiridas y relativamente duraderas para evaluar de un modo determinado un objeto, persona, suceso o situación y a actuar en consonancia con dicha evaluación (Coll, C., et al. 1994, p. 133 y ss.)
Por lo tanto es una organización duradera de procesos emocionales y cognitivos con respecto a algún aspecto de la realidad del individuo. Es decir, es la forma en que una persona reacciona habitualmente frente a una situación dada. Este algo puede ser una persona, objeto material, situación, ideología, etc.
La actitud viene a ser la predisposición que se tiene para ser motivado en relación a una persona o un objeto. Su componente principal es el afectivo. Un conjunto de actitudes vividas e interiorizadas indican que un valor ha sido asumido por el sujeto en mayor o menor grado. Las actitudes son predisposiciones estables que orientan y dirigen la vida y son representaciones duraderas y estables aunque están sometidas a cambios muchas veces impredecibles. La actitud, pues, es una conducta en potencia. Tanto los valores como las actitudes surgen y se cambian por acumulación e integración de experiencias de grupos sociales y surgen por información, conocimiento y experiencias. Las actitudes interiorizadas producen el hábito. Aristóteles decía: “La virtud es el hábito de obrar bien”.
Repetición y ejercitación reflexiva.
Observación critica.
Imitación de modelos apropiados.
Retroalimentación oportuna, pertinente y profunda.
Establecimiento del sentido de las tareas y del proceso en su conjunto, mediante la evocación de conocimientos y experiencias previos.
Contenidos Actitudinales (valores y actitudes)
Un valor es una cualidad de los objetos, situaciones o personas que los hacen valiosos y ante los cuales los seres humanos no pueden permanecer indiferentes. Por esta razón la creencia sobre el valor de un objeto es independiente de la posición de la persona. Los valores son más estables y cuando se perciben nos conmueven emocionalmente. Su componente principal es el afectivo, aunque también posee el cognitivo y el comportamental.
Una actitud es una predisposición estable para actuar con relación a un objeto o sector de la realidad. Podemos definir las actitudes como tendencias o disposiciones adquiridas y relativamente duraderas para evaluar de un modo determinado un objeto, persona, suceso o situación y a actuar en consonancia con dicha evaluación (Coll, C., et al. 1994, p. 133 y ss.)
Por lo tanto es una organización duradera de procesos emocionales y cognitivos con respecto a algún aspecto de la realidad del individuo. Es decir, es la forma en que una persona reacciona habitualmente frente a una situación dada. Este algo puede ser una persona, objeto material, situación, ideología, etc.
La actitud viene a ser la predisposición que se tiene para ser motivado en relación a una persona o un objeto. Su componente principal es el afectivo. Un conjunto de actitudes vividas e interiorizadas indican que un valor ha sido asumido por el sujeto en mayor o menor grado. Las actitudes son predisposiciones estables que orientan y dirigen la vida y son representaciones duraderas y estables aunque están sometidas a cambios muchas veces impredecibles. La actitud, pues, es una conducta en potencia. Tanto los valores como las actitudes surgen y se cambian por acumulación e integración de experiencias de grupos sociales y surgen por información, conocimiento y experiencias. Las actitudes interiorizadas producen el hábito. Aristóteles decía: “La virtud es el hábito de obrar bien”.
Criterios para seleccionar los contenidos
1. Representatividad: Se debe seleccionar los contenidos que se ajustan a las pretensiones y al contexto en que se imparte.
2. Significatividad: Conceptos clave que proporcionan unidad y anclaje a la estructura temática y las habilidades y actitudes funcionales para el perfil de referencia
3. Transferibilidad: Es importante priorizar los contenidos con mayor poder de aplicación en situaciones diferentes de aquellas en las que se aprendieron.
4. Durabilidad: En un contexto de rapidez en el cambio y en la incorporación de nuevos conocimientos, priorizar los contenidos menos perecedero.
5. Relevancia: Importancia y validez asignada por los miembros de la comunidad científica y académica, así como la relevancia social.
6. Especificidad: Priorizar los contenidos que difícilmente se puedan abordar desde otras disciplinas.
Procedimientos para la determinación de contenidos
Los contenidos se determinan a partir del análisis de
las habilidades, actitudes y
conocimientos que componen las competencias de los perfiles de
referencia en la titulación de la que forma parte la asignatura o el módulo
formativo.
Estos contenidos pueden estructurarse de diferentes
modos. Entre los más comunes destacan los temarios, la organización en
lecciones o en bloques según áreas amplias de una disciplina. Asimismo, se
pueden organizar en torno a las fases de un procedimiento fundamental que
articula la materia, como pueden ser las de una investigación o la elaboración
de un proyecto profesional.
Los resultados de aprendizaje y la metodología son los
criterios principales para elegir la estrategia de presentación de los
contenidos más adecuada y significativa para los alumnos
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